20 de abril de 2010

UN PROCESO ELECTORAL INFLADO

Muchas personalidades de la vida nacional se afanan en referir que la campaña electoral está inflada de candidatos corruptos, vinculados al narcotráfico y al lavado de activos. Pero no refieren nombres, de quienes aspiran a cargos municipales y congresuales, encubriéndoles, por un lado y buscando un posicionamiento mediático, por el otro.

Antes de hacer ese tipo de profanación, del conglomerado, se debe depurar bien la lista de candidatos para ver quienes están vinculados y dejarles fuera de los comicios y someterles a la acción de la justicia. Si en realidad las boletas electorales están infladas de seres humanos –enemigos de la sociedad- que tratan de encubrirse en la política, buscando inmunidad o posicionarse en el Estado, para continuar con esos delitos, debemos hacer lo correcto.

Es inaudito que se quiera culpar a quienes no tienen culpa. Si existen candidatos en esos menesteres debemos dar a conocer esos nombres, sólo así podemos desvincular el narcotráfico del Estado. Para la Junta Central y Electoral (JCE) es de vital importancia lograr la oportunidad de eliminar las malas prácticas en el proceso electoral y hacer transparente el ejercicio de la política en la República Dominicana, debido a que el Estado se encuentra bajo amenazas del narcotráfico.

Tenemos que luchar para eliminar la percepción de que República Dominicana es un Narco-Estado. Por tanto, se debe descartar el encubrimiento, buscar mayor transparencia de los partidos políticos e instituciones del Estado, así como de la sociedad, en sentido general. En ese sentido, favorecemos el trabajo que están realizando la JCE y la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) que trabajan en la depuración de los 16,321 candidatos que participarán en las elecciones congresuales y municipales venideras.

Con lo descrito, anteriormente, no queremos hacer conjeturas de quienes están o no dentro de esos males, pero si criticamos a los que quieren, a través de la opinión pública, influenciar en las mentes de los dominicanos, vendiendo una subjetiva percepción del Estado.

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